Viajes de novios

Hace trece años se nos ocurrió ir de luna de miel1 a Rusia. La idea surgió mientras veíamos un documental del Lonely Planet donde los turistas eran dirigidos en manada por sus guías a través de las estaciones del metro de Moscú, sin poder detenerse para disfrutar de nada. En mi fantasía Romanov-bolchevique hice un viaje a lo Walter Mitty, imaginando que leíamos cirílico perfectamente y que nuestros transbordos de las estaciones los realizaríamos sin problemas; afianzaba mi confianza el hecho de que mi hermana y yo, años antes y con el griego2 de B.U.P., transitamos por las carreteras del Peloponeso sin grandes complicaciones.

Así fue cómo la programación del Canal Viajar nos llevó a nuestra versión de Desde Rusia con Amor, una fantasía en la que nos veíamos más o menos así. Estudiamos2 los meses que estuvimos prometidos3, para poder tener autonomía en nuestro viaje y confieso que disfrutamos más aprendiendo a declinar en ruso que con los preparativos de la ceremonia. Valió la pena, fuimos felices con nuestros anillos relucientes en el Hermitage, en los cruceros por el Neva en las Noches Blancas, en el Flecha Roja con sus intimidatorias funcionarias postsoviéticas, curioseando en la casa del cascarrabias de Tolstoi, paseando por el Kremlin, comiendo blinis y caviar al lado del estanque de El Maestro y Margarita, bebiendo водка en lugar de hidromiel, y logrando no perdernos en el Palacio del Pueblo subterráneo moscovita.

Margó en el Flecha Roja

Ramón Menéndez Pidal y María Goyri recrearon en su viaje de novios la ruta del Cid para recopilar romances de la tradición oral hispánica. Sin quitarle méritos al viaje de don Ramón y doña María, el viaje de novios de Owen Lattimore, un joven investigador4 de historia china y fascinado por la Ruta de la Seda, y la experta en Asia oriental Eleanor Holgate fue algo más espectacular y sentó las bases de una vida común dedicada a todos los asuntos relacionados con tártaros y mongoles, caravasares y pashminas: para su luna de miel planearon viajar de Pekín a la India, él por tierra en una caravana de camellos, ella por ferrocarril en el Transiberiano: algo que parece más propio de Corto Maltés que de personas de carne y hueso. Sin embargo, los planes no salieron como pensaban y Eleanor tuvo que viajar sola en un trineo tirado por caballos durante 640 kilómetros en pleno invierno para encontrarse con Owen, al que en ese momento todos daban por muerto. Reunidos al fin, prosiguieron juntos su viaje hasta Cachemira.

Caravana de camellos Owen y Eleanor Lattimore

De ese viaje, en el que el romanticismo se unió a la geopolítica y el espionaje, nos ha quedado The Desert Road to Turkestan, de la misma manera que la gesta entre el infante Temujin —el futuro Gengis Kan— y la pequeña Borte nos ha llegado a través del maravilloso El libro secreto de los mongoles.

Gengis Kan Borte

La luna de miel, como el matrimonio, es cosa de dos; por eso, ese viaje es el reflejo de un pacto común, de una armonía; nosotros decidimos ir a Rusia; los Kennedy5 disfrutaron en Acapulco; los Menéndez Pidal hicieron la Ruta del Cid Campeador; los Lattimore, la ruta de la seda; y los Lennon6 se metieron en cama… ¿y vosotros?

Menéndez Pidal y María Goyri en su luna de miel John F. Kennedy y Jacqueline Bouvier Kennedy en su luna de miel en Acapulco, Mexico, septiembre de 1953 John y Yoko

  1. El origen de la denominación Luna de Miel no aparece del todo claro. En principio, aludía a lo efímero de este período —un ciclo lunar— por eso se facilitaban licores de unos 13º elaborados de miel para los novios sólo durante un mes, con el fin de incrementar su fertilidad y poder concebir un hijo varón: en Babilonia bebían cerveza de miel; tradiciones parecidas tienen romanos, teutones y escandinavos para los recién casados. Lo del viaje comenzó con los raptos de los jóvenes a muchachas de otras poblaciones vecinas. Con el tiempo esos secuestros se transformaron en pasatiempos divertidos y ritualizadas escapadas de 30 días. En la Inglaterra del siglo XIX tras las bodas de la clase alta se le ofrecía el lujo de una gira nupcial para visitar a los parientes que no habían podido asistir al enlace y que a menudo duraba varias semanas o meses. Posteriormente, a medida que la clase media creció, se generalizó esta tradición y se redujo la duración del viaje a unos días o una semana. Con el progreso de las comunicaciones se empezaron a buscar lugares exóticos como las Cataratas del Niágara. La imagen que ilustra esta entrada pertenece a un libro del gran fotógrafo Alec Soth sobre Niagara y la industria nupcial. 

  2. En la mitología griega son especialistas en convertir las lunas de miel en preciosas tragedias. Los recién casados más sufridores son Orfeo y Eurídice en la que Orfeo decide ir al infierno para recuperar a su amada, seguidos de la de la joven pareja Eros y Psique, en este ocasión es ella, Psique la que decide bajar al infierno para recuperar el amor perdido.  2

  3. La petición de mano o proposición es el reconocimiento oficial del noviazgo, habitualmente recae en la iniciativa del novio aunque en Escocia e Irlanda, una mujer puede proponer a su pareja el 29 de febrero en un año bisiesto. La Reina Victoria, como monarca, tuvo que proponer al príncipe Alberto. 

  4. Owen Lattimore nació en los Estados Unidos en 1900, pero fue criado en China y educado en Suiza e Inglaterra; incapaz de costearse una educación universitaria, regresó a China, estudió chino y fue contratado por una firma comercial británica como «solucionador de problemas». Viajar a través de Asia Central en nombre de su compañía le permitió al joven Owen explorar, tomar notas, y conocer gente. Era muy popular entre los pastores, los nómadas y los camellos, que decían que podían reconocerlo a distancia por el sol brillando en su monóculo. 

  5. Los Kennedy se casaron el 12 de septiembre de 1953 e iniciaron su Luna de Miel en el Waldorf-Astoria de Manhattan para después dirigirse a Acapulco finalizando en el Rancho San Ysidro, California. Aquí os dejo un video de Lana del Rey claramente influenciada por esta pareja y que se ha puesto más melancólica que nunca con Honeymoon. John Kennedy amaba Nueva Inglaterra y coleccionaba dientes de ballena en el Despacho Oval. En 1963 la Primera Dama encargó un diente de ballena grabado con el sello presidencial para regalárselo en Navidad. La noche de su funeral Jackie colocó en el ataúd de su esposo el regalo. Fue un acto de potente simbolismo: El Rey de Camelot enterrado con una reliquia de su era heroica. 

  6. El 25 de marzo de 1969, John y Yoko volaron a Gibraltar para contraer matrimonio en la roca del fin del mundo. Pasaron unos días en París y viajaron hasta Ámsterdam para comenzar su luna de miel en La cama de la paz que sirvió como forma no violenta de protesta contra las guerras. Aquí el documental que filmaron

Maleta Globe-Trotter

Globe-Trotter

La maleta que usó Scott, Churchill o la reina Isabel II, hecha a mano en Hertfordshire, es robusta y voluminosa —suficiente para guardar las cosas de una pareja— pero a la vez sorprendentemente ligera como para acompañaros con estilo en vuestro viaje en trineo por las estepas de Asia Central.

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