En casa siempre se nos dijo que con la comida no se jugaba, pero el juguete más vendido de la historia nació de saltarse esa norma. En la juguetera Hasbro tenían claro que a los niños les encanta jugar con lo que sea y crearon primero una serie de complementos para decorar patatas reales¹, y, más adelante, el cuerpo de plástico con forma de tubérculo que conocemos hoy como Mr. Potato Head ².

La idea resultó un éxito —fue el primer juguete anunciado en la televisión—, pero no era nueva: alimentos como el mazapán con sus formas de muñequitos existían ya en el siglo XI y la tradición del Roscón de Reyes con un juguete en su interior se remonta al Imperio Romano: durante las fiestas de invierno, se honraba a los dioses y se regalaba a los esclavos y plebeyos una torta confitada con dátiles, higos y miel que escondía un haba seca; quien descubriera tal legumbre era nombrado rey de las fiestas. Curiosamente, el Roscón de Reyes y el huevo Kinder³ son los únicos alimentos con juguetes dentro permitidos por la Ley.

Me gusta pensar que éste es el origen del Kinder Sorpresa:

«Recibí de mi abuelo, como regalo de cumpleaños, un pequeño huevo. En su interior guardaba un complejo mecanismo que permitía que el huevo sólo se abriese en el día de mi aniversario. Durante los escasos segundos que permanecía abierto, un pequeño tren daba vueltas en su interior para luego cerrarse hasta mi próximo cumpleaños».

La niña conservó el huevo hasta su muerte. Su abuelo se llamaba Carl Fabergé.